Una inmersión rutinaria de los buzos Rafael Martos y Javier Reyes permite descubrir frente a Les Marines el esqueleto de una nave de finales del siglo XIV y tres piezas de cerámica en óptimo estado de conservación
Josep Antoni Gisbert destaca en un artículo el carácter «excepcional y relevante» del hallazgo: no es frecuente encontrar pecios de origen medieval que plasman el esplendor del puerto en la época de los condes de Dénia
«Con este hallazgo nos ha tocado la lotería», dicen los buzos, quienes recuerdan que aquel día «hacía mucho frío y había poca visibilidad»
Los expertos alertan de la complicidad de la administración en los continuos expólios en la costa
«Había muy poca visibilidad. Extendí la mano y me di cuenta de que había tocado con la mano algo que parecía madera. Y pronto nos dimos cuenta de que era importante». Durante la pasada primavera, la inmersión que realizaron los buzos Rafael Martos y Javier Reyes frente a Les Marines de Dénia deparó, de forma fortuita, un hallazgo de impresionantes dimensiones históricas: el esqueleto de un barco que había naufragado entre 1375 y 1400. Los dos grabaron ese vídeo de su inmersión. También extrajeron en buen estado de conservación tres piezas de cerámica, utensilios cotidianos que se utilizaban a la mesa en aquella Edad Media, que portaba la nave.

Josep Antoni Gisbert, Josep Vicent Lerma, Rafa Carrió, Rafa Martos, Javier Reyes,
El descubrimiento ha sido presentado este martes en la Sala del Castell de Dénia. Tal y como detalló el arqueólogo municipal, Josep Antoni Gisbert, su trascendencia se basa en que si bien frente a estas costas es habitual encontrar buques hundidos de la época clásica –de la Antigua Roma– o datados a partir del siglo XVIII, es mucho menos frecuente encontrar un pecio hundido del Medievo. De hecho, sólo existen en Dénia otros tres antecedentes, tal y como detalla Gisbert en su artículo que puede leerse al final de estas líneas.
El Derelicte Martos, como ya se ha bautizado a este hallazgo, es por eso «relevante y excepcional». De la nave que dormía hasta ahora olvidada frente a Les Marines, producto de una desconocida catástrofe que a buen seguro fue costosa en vidas y mercancías, se han hallado cuadernas ensambladas a un fragmento del casco.
Su singladura frente a este litoral ilustra otra época del esplendor del puerto de Dénia menos conocida, la del último cuarto del siglo XIV, cuando según Gisbert la dársena «contó con una notable actividad, era refugio de las naves mercantes que surcaban el Mediterráneo, y se erigía en un puerto lanzadera de productos alimentarios de la campiña deniera, como pansa o almendra». También presumía de una flota pesquera relevante. Por entonces la ciudad era feudo de Alfons d’Aragó, nieto de Jaume II, y conde de Dénia desde 1355.

Las tres piezas que ya están a refugio en el Museo.
Las tres piezas extraídas del mar han sido depositadas en el Museo Arqueológico para su proceso de desalación y documentación e ingresadas en el mismo. Han sido precisamente estas cerámicas las que han permitido datar el pecio en esta época según otro arqueólogo, Josep Vicent Lerma, quien describió sus características. La primera pieza es una escudilla esmaltada, con decoración radial pintada con los colores verde y manganeso, típicos de las ollerías de Paterna de la época y que servían para consumir líquidos.
También, se ha extraído un alto jarro vidriado en verde y con un repie característico, cuyos modelos en realidad imitaban otros más antiguos de carácter metálico -de la conquista de Jaume I– y del que también se han encontrado restos en el Castell d’Ambra de Pego. Y por fin, un cuenco carenado cuyos prototipos originales ya se fabricaban en época islámica almohade y que se prolongaron también durante la era cristiana.
La historia del hallazgo: «Y nos tocó la lotería»
Rafael Martos contó que el día de finales de marzo o principios de abril en que realizaron la inmersión no esperaban encontrar nada especial. «No buscábamos nada más que sumergirnos por el placer de hacerlo, disfrutar del entorno y pasar frío, porque hacía mucho frío ese día», ironizó.
Según Martos fue su compañero, Javier Reyes, el que se dio cuenta de que allí existía la estructura de una embarcación. «Hicimos fotos, memorizamos el punto, y volvimos al cabo de un tiempo con bastante mejor visibilidad para poder grabar las imágenes», rememoró Martos, quien agregó que «se trata de una historia espectacular, nos ha hecho una gran ilusión». «Nos ha tocado la lotería», añadió Reyes.
Conjura contra el expolio
Todos los presentes en el Castillo subrayaron además que hallazgos de este grosor deben servir como conjura contra el expolio. Al respecto, Gisbert denunció que esos robos se siguen produciendo pese a ser «fácilmente detectables» y van «mermando nuestro riquísimo patrimonio arqueológico». Además, se mostró muy crítico con el papel de las administraciones, que no sólo no persiguen estas conductas delictivas sino que a veces son cómplices de las mismas «a través de subterfugios como las autorizaciones al uso de detectores de metales».
Reyes añadió que «el expolio existe, mucha gente se lleva estas piezas a casa y eso es lo que hay que evitar, por eso yo hago un llamamiento al ayuntamiento para que estas cerámicas se expongan al público y que todo el mundo las disfrute».
Más espacio para museos en Dénia
Y el concejal de Cultura, Rafa Carrió, recogió este último guante de Reyes. Admitió que hasta ahora Dénia tiene demasiados vestigios «guardados en cajas» por culpa de la falta de espacio, a la que ahora se le va a poner remedio gracias a dos rehabilitaciones financiadas por el Plan Confianza y que concluirán en los próximos meses: por un lado, la de la casa de la Marquesa de Valero de Palma, que permitirá ampliar el Museo Etnológico; y por otro, la de la antigua lonja, que posibilitará exponer todos aquellos restos vinculados al mar. Que es el caso de estos, que efectivamente serán mostrados de forma permanente a vecinos y turistas según confirmó el edil.
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