La autoridad marítima siciliana, a cargo de Sebastiano Tusa, ha localizado los restos de una nave del siglo III a.C. con un cargamento formado por cientos de ánforas intactas
Sebastiano Tusa tiene 62 años de edad y hace casi 45 que practica la arqueología, tanto terrestre como subacuática. Ha excavado en Pakistán, Irán, Irak, Libia, Túnez y Japón, pero desde el año 2000 se dedica exclusivamente a la arqueología
subacuática y desde el 2004 dirige la Superintendencia del Mar de Sicilia, el único organismo de este tipo que hay en Italia. De sus padres ha heredado la pasión por la arqueología: su madre es numismática y su padre, Vincenzo Tusa, fue un arqueólogo célebre que excavó los templos griegos de Sicilia. «De mi padre he aprendido que la arqueología es una ciencia histórica que no se debe limitar a recoger objetos para catalogarlos y describirlos, sino a descifrarlos para reconstruir la histoira y su relación con los hombres del pasado», explica el arqueólogo italiano en esta entrevista. La autoridad marítima siciliana han localizado recientemente una nave que naufragó hace más de 2.000 años junto a Panarea, una isla pequeña del archipiélago siciliano de las Eolias.
¿Por qué han naufragado tantas naves en las islas Eolias?
Ocupan un lugar central y estratégico en las rutas marítimas que van desde Sicilia hasta la península Itálica, más concretamente hasta Roma. También en las rutas que van desde el norte de África hasta Europa y viceversa. Y, por último, son importantes y estratégicas en las rutas que atraviesan el Mediterráneo de este a oeste y viceversa, pasando por el estrecho de Mesina. El tráfico marítimo siempre ha sido intenso y eso justifica el índice elevado de naufragios, agravado además por las insidias de la navegación entre islas. Hay numerosos arrecifes que afloran e islotes que todavía suponen un peligro para la navegación.
¿Cómo se localizan las naves naufragadas? ¿Los pescadores locales conocen su ubicación?
En los últimos cincuenta años se han sucedido los hallazgos casuales por parte de submarinistas aficionados, pero también como consecuencia de investigaciones concretas. Los hallazgos realizados por nuestro equipo en los últimos diez años son fruto de exploraciones sistemáticas con sistemas tradicionales, como las inmersiones, y electroacústicos, como el sónar de barrido lateral, la tecnología multihaz y los vehículos operados a distancia o ROV. Los pescadores conocen bien los mares y las profundidades, pero generalmente se muestran muy reticentes a desvelar sus secretos.
El último hallazgo ha sido realizado cerca de Panarea, ¿no? Se habla de una nave hundida hace más de 2.000 años.
Se trata de un pecio excepcional por la riqueza de su cargamento y porque se encuentra muy completo. La nave data del siglo III a.C., de época helenística, y probablemente transportaba vino desde la región de Campania o desde la Italia meridional hasta Sicilia. Hemos hallado centenares de ánforas casi dispuestas como si estuvieran todavía en la bodega de la nave. También hemos hallado piezas de cerámica pequeñas y en forma de vaso, usadas por la tripulación para consumir los alimentos, además de un altar que debió de servir para realizar sacrificios a bordo o cerca de la costa, donde atracaba la nave después de travesías peligrosas.
¿En qué consistían estos ritos?
Se consumaban generalmente con la nave anclada, en el puerto o cerca del mismo, o cuando se llevaba el altar a la costa de enfrente. Se encendía un fuego, se sacrificaba un animal, se cocinaba, se comía y una parte se ofrecía a los dioses. Estos ritos se realizaban antes de la partida, para obtener el favor de los dioses, pero sobre todo al final de la travesía, después de superar tempestades, asaltos de piratas e incluso situaciones de bonanza.
¿Qué se siente al contemplar un pecio tan antiguo y tan bien conservado?
Nunca había descendido a tanta profundidad con un sumergible que ofrece una visión de 360 grados del fondo marino y del pecio. Sentí una gran emoción al tocar casi con la mano un cargamento de una nave que, por desgracia para ellos, naufragó hace 2.000 años. Pensé en el gran privilegio que me ha brindado mi profesión: haber visto, como a través de una máquina del tiempo, un fotograma de la historia de hace 2.000 años.

Sebastiano Tusa sostiene un ánfora junto a Jarrod Jablonsky durante una investigación en las islas Eolias.
© FOTO: EMMA SALVO
© GLOBAL UNDERWATER EXPLORERS
¿Cuál es la postura de la autoridad marítima con respecto a estos pecios? ¿Hay que extraerlos o dejarlos en el fondo?
Nosotros preferimos dejar los pecios en el fondo del mar porque la emoción de verlos en el contexto originario se destruiría al recuperar las ánforas y meterlas en un museo. Hoy, la inmersión a semejante profundidad es extremadamente costosa y está al alcance de unos pocos, aunque en unas décadas seguro que será accesible para todo el mundo. ¿Por qué privar a las futuras generaciones de la posibilidad de leer la historia en vivo, de comprenderla y de emocionarse con ella? Los museos ya están llenos de ánforas.
Todos estos pecios nos remontan a una época mágica en la que el hombre temía las fuerzas de la naturaleza. ¿Hemos conseguido dominar el Mediterráneo?

Cientos de ánforas procedentes del pecio hallado recientemente en Panarea. Se pueden distinguir los crustáceos que habitan en su interior.
© SEBASTIANO TUSA
En el segundo milenio antes de Cristo, en época micénica y minoica, el Mediterráneo era atravesado de forma intensa por varias rutas mercantiles, que transportaban mercancías y personas de un extremo al otro. Ya había un saber marinero, ampliamente recogido en la Odisea. Es cierto que la navegación era mucho más peligrosa que ahora y la naturaleza generalmente predominaba sobre la valentía del hombre, aunque, como nos advierte Hesíodo, quien era prudente y respetaba el mar sin desafiarlo no tenía mucho que temer. Hoy veo un gran peligro que consiste en encomendarse casi completamente a las máquinas y la electrónica. Se está perdiendo el saber marinero que se adquirió durante milenios mediante la acumulación de conocimientos y experiencia. Muchos de los desastres que ocurren hoy son consecuencia de una confianza extrema en las máquinas en el campo de la navegación. En conclusión, la naturaleza vence una vez más.
Fuente: http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia/actualidad/10495/preferimos_dejar_los_pecios_fondo_del_mar.html?_page=2
Comentarios Recientes